
Diumenge 20 de gener 2019.
…. La bucólica idea de aguardar la vejez rodeada de flores al lado de su marido terminó convirtiéndose en un negocio. Y un negocio «totalmente rentable» después de que comenzaran a procesar las plantas aromáticas y medicinales para hacer productos de todo tipo: perfumes, cervezas, cremas, jabones, infusiones… Aquel jardín se quedó pequeño y ahora cuenta con un parque central de doce hectáreas donde están empleadas cuatro personas, ella y su esposo, Miguel Torrecilla, además de otros contratos esporádicos. «Pagamos las nóminas, la hipoteca y encima sobrevivimos. Estoy muy feliz», asegura Pilar.
Los otros parques no están concebidos como un negocio puro y duro porque los llevan agricultores, dueños de casas rurales, alcaldes… Gente que no ha dejado su empleo original. «Es más un complemento de rentas. Aunque ahora estamos en una segunda fase en la que demostramos que puede ser una profesión perfectamente válida».