
La agricultura de montaña está afectada también por especuladores. Uno de ellos ha enviado a Dolors una carta comunicándole que ha alquilado la montaña del Pic de Dòrria y que ella no podrá pastorear…
El caso de Dolors, a quien la especulación con los pastos de montaña hace peligrar los antiguos derechos de pastoreo y su actividad ganadera
Ya sabéis que mi vena activista no se limita a la actividad agroecológica del Parc de les Olors. Cuando tengo la oportunidad de conocer algún caso de injusticia o conflicto ligado al campo no puedo quedar impasible. Hoy os contaré el caso de Dolors, la única campesina que queda en el pueblo de Dòrria y que recientemente ella misma me contó.
Hacía más de 100 años que los antiguos propietarios de estas tierras dieron el derecho de pastorearlas a la gente del pueblo que no tenían suficientes tierras con las comunales. Pero el documento original desapareció con la quema del archivo del Ayuntamiento de Tossa. Y aunque Dolors ha conseguido una copia, esta no es la original.
Ahora toca encargar el caso a unos abogados, pagarlos, y todo por defender unos derechos del todo legales y que no sólo son para su beneficio, sino porque se respeten los derechos de la gente del pueblo, por si algún día otro ganadero o ganadera decida realizar este trabajo.
Dolores se siente sola. A los vecinos del pueblo, casi todos foráneos que se han comprado y arreglado las casas para los fines de semana o para hacer teletrabajo, Y como ninguno es campesino, no les importa que Dolors tenga que plegar de tener vacas y yeguas que pastan y veces ensucian las calles al volver de la montaña. Tampoco saben del valor que tiene que las montañas se pastoreen para evitar incendios. Ni de lo importante que es que una mujer joven con tres criaturas decida vivir desde hace 18 años ya, en Dòrria.
El caso de Dolors no creo que sea aislado. Los conflictos por los pastos de montaña han existido siempre, pero nunca estuvieron tan rodeados de especulación. Y en esto ayuda a la PAC. Europa subvenciona la actividad de pasto reo de montaña, porque favorece la ganadería extensiva y el mantenimiento del paisaje y la fijación de personas en los pueblos. Pero esto es sólo la teoría. En la práctica funciona y mucho una minoría de campesinos espabilados que se dedican a comprar o alquilar los derechos para después cobrar las subvenciones, pero sin hacer un uso adecuado de los pastos. O bien lo que hacen es realquilar sus derechos para simplemente especular. Pero estos son los vivarachos que saben moverse entre subastas y papeleos, mientras Dolors no tiene ni tiempo ni ganas, ni recursos para entretenerse.
¿Cómo podemos ayudarla? Pues dando a conocer su caso ya ver si entre todos podemos darle una mano y de paso denunciar lo que está pasando en nuestras montañas pirenaicas.
Pilar Comes Solé